lunes, 20 de septiembre de 2010

Total...

Hace un par de días, estando a punto de empezar una ruta por la sierra de Madrid, me topé con la pintada que muestra la foto de esta entrada, porque no es una foto de Google imágenes, ni un montaje, ni nada de nada.
Tal fue mi asombro que no pude evitar hacer una foto con mi teléfono móvil. Muchas reflexiones pueden hacerse de esta pintada, una de ellas, quizá la más candente hoy en día es la política, ya que va dirigida a varios dirigentes de nuestro querido país. Pero como es un tema más que mascado y mareado, me quedo (también por deformación profesional) con lo que esta garrafal falta de ortografía nos puede decir de alguien. Quizá nos enfrentemos a un iletrado, quizá a algún pobre hombre analfabeto que todavía ciertos pueblos de España encierran, que por desgracia no han tenido la posibilidad de estudiar como los jóvenes de hoy en día sí tenemos. Pero no sé por qué me da que no es el caso. La verdad que no me imagino haciendo grafitis a un pobre hombre de las características anteriormente mencionadas. Y es que hay faltas y faltas, pero la que vemos aquí no es más que otra muestra de la falta de cultura, causada en la mayoría de las veces, por la falta de lectura.
Un día, una amiga mía me preguntó cómo se aprende la ortografía de un idioma, sea español, inglés o chino mandarín. Y mi respuesta fue tajante: Leyendo. Las palabras han de fijarse en nuestra mente, hemos de verlas una y otra vez para poder así diferenciar “haya” de “allá”, “haber” de “a ver”, aprender a poner tildes donde corresponda y evitar los horribles y cada vez más usados “dequeísmos”… y así podría seguir por los siglos de los siglos. Y es que todos comentemos de vez en cuando faltas ortográficas, el problema reside en que no le damos la importancia que tiene. Total, una tilde sólo es una raya, qué más da que “enredadera” lleve o no doble “r”… Y es que vivimos en la sociedad de “da igual”, “qué más da”, “total”… pero es que en los detalles es donde reside el interés que las personas les ponemos a las cosas. Y con las palabras pasa lo igual. Porque no es lo mismo entregar un trabajo en sucio que en limpio, porque no da igual estudiar con apuntes llenos de tachones hacerlo con ellos ordenados, subrayados y organizados. Y así con todo. Porque a tu jefe le gustará una programación bien hecha, que le mandes correos electrónicos sin faltas, que hables usando un vocabulario adecuado para cada ocasión…y digo jefe como digo cualquier persona de la que te rodees, sobre todo en tu vida profesional.
Por último decir que ya basta de echar la culpa al Facebook, al Tuenti, a los correos electrónicos, o a los famosos sms. Me rodeo de mis amigas las letras todos los días, y yo, al igual que muchos de mis colegas, distinguimos las abreviaturas de los móviles de cómo escribir un correo para dirigirnos a un profesor, distinguimos el chat de un trabajo escrito, el Messenger de una tesina, los foros de una carta de presentación… ¿O no? Si la respuesta es “no”, mi única recomendación es que hagas memoria de cuál fue el último libro que leíste.

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