lunes, 30 de agosto de 2010

SE HACE CAMINO AL ANDAR

Los versos de Antonio Machado ya afirmaron que el movimiento se demuestra andando, en aquellos maravillosos versos que seguro todos recordamos: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Traigo a la memoria estos versos porque han estado en mi cabeza durante casi quince días en los que he hecho el Camino de Santiago. Son muchos los peregrinos que hacen este camino, y muchas también las razones que les llevan a hacerlo. Para ser sincera, yo no me había planteado ninguna razón concreta por la que hacerlo, sino simplemente sentía la necesidad y las ganas de hacerlo, sentía un gran deseo de dar gracias al de arriba (como cariñosamente le llamo hace años) por el año 10 que me ha regalado. Y con este humilde planteamiento, con muchas ganas de pasarlo bien y siendo consciente de la dureza del camino, partí hasta Navia (Asturias) donde comenzó mi periplo. Decir que éramos 2000 jóvenes muy dispuestos, provenientes de decenas de parroquias representando todos nosotros a la diócesis de Madrid. Repartidos en grupos de 1000 anduvimos durante 15 maravillosos, intensos y a veces largos días hasta la Catedral de Santiago. Os mentiría si os dijera que no hubo situaciones de angustia, agobio y hasta algún que otro conflicto de convivencia. Pero también mentiría si no os dijera el buen ambiente que se respiraba a diario, la cantidad de sonrisas que te saludaban en las tempranas mañanas cuando tan sólo se había dormido 5 horas y cuando los pies te decían de todo menos “bonita”, y no parecían ya de tu cuerpo. Todo el mundo se ayudaba, nadie caía porque al lado encontrabas a ese “otro” siempre dispuesto a echar una mano.
Y es que para mí el camino ha sido una pequeña gran metáfora de lo que es la vida. Porque la vida, como dice alguien que tengo la suerte de tener a mi lado es un caminar. Y eso es precisamente lo que hicimos, caminar, pero no caminar por caminar, sino caminar por un motivo, con una meta y por una razón. No caminar sola, sino caminar acompañada, siempre acompañada no sólo por gente de aquí sino por el de allá arriba. Ayudar y dejarse ayudar, reír y consolar, dar gracias por cada etapa superada y por aquellas que no se logran aunque se intentan, luchar contra los obstáculos que te deparan las distintas etapas. Según tu día verte más capacitada para tirar para adelante que otros…y es que el camino, si tuviera que describirlo desde mi experiencia, es una pequeña maqueta de lo que es la vida. De lo que es la vida diaria, las cuestas de cada día, las piedras que a veces nos impiden avanzar como desearíamos, los ríos que hacen que tengamos que ir más despacio o incluso dar un rodeo, el tiempo, al que no siempre le ponemos buena cara, el cansancio que a veces la vida nos aporta y que a nosotros nos cuesta a apartar. Por primera vez, he conseguido ver mi vida desde fuera, ver mi vida como un espectador más. Es algo que parece algo raro, pero el camino de Santiago me ha dado la oportunidad de poder experimentarlo. Y una vez visto lo que hay, ahora quiero ser actriz de mi vida, una vez que ya me he aprendido el papel quiero salir y representarlo, cada día como si fuera el último, cada día con la misma ilusión con que los actores representan sus obras, para que el público con el que me encuentre, crea que es la única vez que aquello se va a representar.
Y es que el Camino de Santiago es…como la vida misma.