sábado, 27 de febrero de 2010

No me acuerdo de olvidarte


Estaba sentado en su sofá favorito, o al menos eso creían todos, ya que no lo había abandonado en estos últimos años. Miraba a través de la ventana cómo caían los copos de nieve, bajo un cielo oscuro y gris, el mismo tono que su cabellera adquiría con el paso de los días. Su mirada perdida, su media sonrisa siempre a medio desaparecer, esa que tan pocas veces surgía y que ella tanto echaba de menos.
Le quería. Le quería con todo su ser. Supo que le querría desde el primer momento en que cruzó una palabra con él. Se dijo a sí misma que aquel chaval sonriente y de aspecto algo pícaro sería y de hecho acabó siendo, el hombre de su vida. Había sido tan feliz a su lado…y se negaba a no seguir siéndolo. Ya no se culpaba, ya no se lamentaba ni lloraba…prefería dedicar todo su tiempo y fuerzas a acabar de quererle como prometió en su día.
No le quitaba ojo desde la cocina. Había aprendido a mirarle y no emocionarse, a abrazarle y asumir que no recibiría respuesta alguna. Era consciente de que a pesar de su aparente vitalidad física, su cabeza todo lo escondía y ya no le recordaba ni el día en que vivía. El interior de su marido era ya una película en blanco y negro y conforme el tiempo pasaba, perdía un personaje, una escena, una canción…
Sabía que él ya no se acordaba de su nombre, no se acordaba de qué había comido el día anterior, ni siquiera reconocía a sus propios hijos. A ella, sólo le quedaba la esperanza de que quizá, tampoco se acordara de olvidarla.