domingo, 11 de julio de 2010

EL SÍNDROME DE PETER PAN

Si escuchamos el nombre de Peter Pan, no podemos más que acordarnos de ese niño de gorro y vestimenta verde, de su inseparable campanilla, y del malvado garfio que era objeto de las burlas del querido, adorable, y también verde cocodrilo.
Sin embargo, Peter Pan, y con él, el síndrome que lleva su mismo nombre, surge como consecuencia de la obra del Dr. Dan Kiley, en la que se exponía dicho síndrome, que aunque no está considerada como una enfermedad psicológica como tal, sí es un trastorno por el cual la persona se caracteriza por una seria inmadurez, cierta rebeldía y un narcisismo claramente perceptible.
Sin embargo, otra de las características esenciales, es la negación al desarrollo, al no querer crecer, al quedarse en ese País de Nunca Jamás por siempre jamás, y jamás de los jamases convertirse en adulto.
Expongo todo esto porque llevo varias semanas trabajando como profesora de inglés con niños de tres años, y cuando consigo que la música de “Old McDonald has a farm” les tranquilice, se sienten en sus diminutas sillas de colores y con sus pequeñas manos conviertan un folio en blanco en un mundo de fantasías, les miro desde mi mesa, con una media sonrisa, y en parte, consiguen que por un instante, les envidie. Les envidio en el jardín cuando para ellos un palo es una pistola láser, les envidio en el comedor, cuando la pegatina del yogurt se convierte en el símbolo de un súper héroe, les envidio en la clase cuando cualquier juego, es para ellos la alegría del día…y entonces piensas en tu vida, en tus problemas, en tus preocupaciones adultas…y te gustaría, aunque fuera por un momento, estar en sus pequeños cuerpos, con sus pequeñas preocupaciones que no pasan de no tener el color que quieren para su dibujo, y poder así disfrutar como ellos de una canción que tiene más años que todos ellos juntos, o de embobarme con la tele cuando Kun Fu Panda consigue derrotar al malo.
Y es que llevo unos días, que tras hablar mucho con ellos, observarles, y por supuesto, disfrutar de su compañía, hacen que su inocencia te embargue, haciendo que por fin, a mis 22 años, entienda más si cabe al gran Peter Pan.

2 comentarios:

  1. Ese es el peligro de Peter pan, que nos atrapa...
    Pero todo tiene su momento y, a cierta edad, lo del gorrito y el vestido verde...se convierte en un problema...supongo.
    Bs y no nos abandones durante tanto tiempo.

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  2. Quién fuera niño siempre...es muy bonito lo que cuentas! :)

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